martes, 20 de diciembre de 2011

Yo vi jugar a Xavi


Y a Messi, y a Iniesta, y al Barça en general. Pero a Xavi sobre todo. Creo que el éxito tan rotundo de este grupo es gracias a él, a su manera de entender el fútbol, a esa forma de jugar siempre al más fácil, a darse la vuelta una y otra vez y tocar atrás, haciendo presionar a los delanteros rivales y crear un nuevo hueco por donde volver a empezar a trenzar la jugada.

De sobra es sabida mi predilección por esta persona. Futbolista de los mejores, nunca he visto en sus declaraciones un halo de provocación ni falta de respeto hacia nadie. Siempre dijo las cosas claras, pero con educación, sin ofender a nadie; y los ofendidos que se lo hagan mirar, porque este señor que sienta cátedra cada vez que juega al fútbol también da lecciones cuando habla en público.

Y tenemos la suerte de verle jugar. Cada fin de semana hay un partido de fútbol en el que un jugador mueve a su equipo con más de cien pases bien. Muchos dirán que dar el balón a los centrales es muy fácil, pero crear el hueco para que te lo devuelvan también cuenta, y dar asistencias de gol, o meterlos desde la frontal, de libres diectos, poner el balón en la cabeza de tus compañeros a la salida de córners, faltas... Y siempre estar ahí.

Es el jugador que más veces ha vestido la camiseta del que está siendo el mejor equipo del mundo, el jugador español que más títulos va a tener en su palmarés cuando se retire. Para mi, el mejor centrocampista de la historia del fútbol y el causante de que España jugase tan bien en esa Eurocopa '08 que a todos nos hizo creernos algo en el mundo del deporte rey.

A él se lo hizo creer Luís Aragonés desde el primer día dándole la confianza que hasta entonces no había tenido con ningún técnico. Con Luís, Xavi Hernández se hizo de oro, como España, como el Barça; como todos los que juegan a su lado, a los que hace partícipes de su gloria. Por eso, lo único que podemos hacer el resto de mortales es verle y admirarle cada vez que juega.

domingo, 4 de diciembre de 2011

El pan nuestro de cada día


Lo primero felicitar a Argentina. Felicitar a todos aquellos aficionados que han estado apoyando y gritando cada punto de los suyos. La hinchada albiceleste es un derroche continuo de pasión y amor a sus deportistas, ya sea fútbol, tenis, baloncesto o rugby, y este fin de semana inundaron Sevilla con sus banderas y caras pintadas al más puro estilo Braveheart. Felicitar a Del Potro por su espectacular final. El viernes ante Ferrer demostró ser un jugador que pronto volverá a ser Top Ten y a pelear finales de Masters 1000 y Grand Slams. Es una maravilla oírle golpear a la bola, lo escribió ayer Charly Moyá en El País y hoy he estado fijándome en ello. Su golpe es tan plano que parece que estuviera partiendo madera cada vez que suelta un derechazo.

Y como no felicitar al equipo español. Quinta Davis en once años. De la primera, aquella de Ferrero contra Hewitt en el Palau, hicimos una fiesta nacional, era un logro haber conseguido La Ensaladera y todos los periódicos de entonces hacían portada de ello. Recuerdo tenerlos por aquí como también recuerdo la segunda, en el mismo escenario que hoy, con esos gestos tan característicos de Rafa cada vez que hacía un punto. La tercera y la cuarta vinieron juntas, y hoy, la quinta nos parece el pan nuestro de cada día.
Me hubiera gustado que el punto definitivo lo hubiera ganado Ferrer. Su partido ante Del Potro fue una exhibición de pundonor y sacrificio que argumentó su posición en el ranking ATP y de alguna manera esta final ha sido suya gracias a esa remontada espectacular.

España es cuna de deportistas, lo es desde que se dejaron atrás cuarenta años de aislamiento y se empezaron a hacer las cosas bien desde pequeños. El fútbol, el tenis, el baloncesto, las motos... Todo ello es un gran ejemplo del colosal avance que hemos tenido en unas pocas décadas. Ni dopaje ni ostias, en este país si se sembraban garbanzos comías garbanzos durante un año, y si se cultivaba patata pues patata que te crió. Que no venga un don nadie a decir que estamos en entre dicho cuando un equipo de su país (el Festina de Richard Virenque) fue el primero en pasar por las cribas de la AMA.

En fin, que volvemos a ser campeones, esta vez en tenis, ¡qué vengan muchos más!