jueves, 28 de junio de 2012

¡Cómo hemos cambiado!

Son tantas cosas las que escribiría de golpe que me va a costar mucho encontrar las palabras adecuadas y el momento preciso. Empezaré por un topicazo: Tercera final en cuatro años. Eurocopa-Mundial-Eurocopa. Parece una de las leyes trigonométricas que tantos problemas te hacían resolver en matemáticas, con ellas estabas a salvo. Más o menos eso pasó anoche. Iker siempre te da dos ángulos, solo faltaba meter los goles para sacar el lado que nos faltaba, el que nos lleva a la final.

España ha jugado cuatro finales antes de estas tres seguidas. Dos de Eurocopa y dos de Juegos Olímpicos. Cuatro en noventa y tantos años. Yo sólo me acuerdo de la de Barcelona, la de Sidney ni la vi y en las otras dos aún no había nacido. Ayer pensaba en los niños de 10-12 años, lo mal que les están acostumbrando.

Finales en blanco y negro, dónde hace poco se supo que en el gol de Marcelino en el '64 se tuvo que hacer un corta-pega de los de la época porque no tenían imágenes del centro de Pereda y pusieron uno de Amancio. Igualito que ahora donde nos regalan imágenes y reportajes de los nuestros en cada momento del partido. ¡Cómo ha cambiado todo!

Recuerdo como si fuera ayer cuando llegar a cuartos era una gesta y que nos eliminaran un atraco por parte de los árbitros. Cuando al llegar a la semifinal contra Rusia en '08 todos nos dábamos con un canto en los dientes y aquellas fases de grupos en las que nos veníamos a casa por no clasificarnos. Recuerdo ayer vivir el partido sin ilusión pues creo que hoy en día hay cosas mucho más importantes pero también recuerdo la lágrima que se me escapó cuando Cesc mandó a España otra vez a una final, abrazado a mi primo, como hace cuatro años.

Ayer faltaba mi otro primo, el que nació el mismo día que el Tarzán de Camas. Se lo merecía Sergio. Está haciendo una Eurocopa magistral. Es, hoy por hoy, el mejor central del mundo. Su fallo ante el Bayern le condenó a la burla, su penalty a lo Panenka le encumbrió a la gloria. El aniversario de la revista que lleva el nombre del mítico jugador checo no es una casualidad...

martes, 12 de junio de 2012

Siempre nos quedará París


Heptacampeón. Podría escribir eso, poner la foto abrazado con el gran Pau Gasol e irme a ver que mentira nos cuentan hoy los políticos sobre el desastre económico hasta el que nos han llevado. Pero no, prometí dar un tercer aniversario al blog de la mejor manera posible: otro triunfo de Rafa en París.

Estaba convencido que ganaría. Las dos semanas de tenis que nos ha brindado han sido seguramente las mejores lecciones que se puede dar a alguien que esté empezando en este deporte. De tenis y de educación. Nunca veremos a este chico romper una raqueta y sólo, si él se lo propone, veremos un nivel superior al que hemos visto en este Roland Garros.

Aprovecho para recordar a los ventajistas que hablan de que es un pasa bolas o que cuando empezó a llover se puso el partido cuesta arriba que a este deporte no se puede jugar lloviendo y que ganar un punto no siempre se hace con una derecha ganadora, es igual de válido esperar a que el contrario falle. Hay gente todavía que osa reconocer la bravura de este genio que torneo tras torneo consigue semifinales como mínimo. Gente que habla de dopaje sin pruebas y guiñoles que representan la envidia generalizada hacia el deporte español.

Y en Francia hay mucha. Y es lógico. De los últimos veinte Roland Garros doce han sido españoles y ninguno francés. En el Tour de Francia pasa lo mismo, los Campos Éliseos no escuchan los acordes de la Marsellesa desde 1985, durante ese tiempo diez veces subió un español a lo alto del podio. Sin olvidarme de aquella final Real Madrid-Valencia o la Champions del Barça de Rijkaard. Estoy deseando unos Juegos Olímpicos en la ciudad del amor...

Rafa Nadal, leyenda manacorí.

jueves, 7 de junio de 2012

¡Gracias por tu fuerza "canalla"!


Tenía pensado volver a escribir el Domingo con la séptima victoria de Rafa en París, haciendo una especie de tri-aniversario del blog que nació con el quinto Roland Garros del de Manacor. Hace tres meses que no escribo y hablar de Nadal siempre hace que las palabras fluyan más deprisa. Tenía miedo de no estar a la altura contando la Liga del Madrid o la Europa League de mi Atleti.

¡Qué perra es la vida que se lleva a quien más se merece estar en ella! Esta mañana, cuando me he enterado de la muerte de Manolo Preciado, he recordado todas sus ruedas de prensa y esas entrevistas nocturnas con José Ramón de la Morena en las que hablaba de levantarse después de cada golpe, en las que ninguna palabra quedaba indiferente, en las que daba una lección por sobrevivir pese a todos los problemas que le llegaron. Hoy, más pronto de lo que su mujer, su hijo y su padre hubiesen querido, ha ido a su encuentro, dejando un vacío en otras muchas personas que desde aquí le despedimos como se merece.

Manolo Preciado fue un entrenador con un perfil parecido al de Caparrós, al de David Vidal, incluso, si me permitís, al de Mourinho. Tenía esa sinceridad que tiene el portugués y esa manera de hablar en la que en cada rueda de prensa daba dos o tres titulares. Fue el primero en poner en su sitio al entrenador del Madrid con esa frase célebre llamándole "canalla" y uno de los pocos que supieron perdonar los excesos verbales del técnico de Valdebebas presentándose en una de las sesiones del conjunto blanco.

Genio y figura hasta la sepultura (nunca mejor dicho), el técnico cántabro tenía ante si su enésimo proyecto de ascenso con el Villareal, club en el que iba a ser presentado mañana viernes. La gente de Levante, Gijón, Santander, Murcia, Torrelavega y todos esos lugares donde dejó su huella lloran su muerte. La gente del mundo del fútbol y del deporte en general nos entristecemos por la ausencia de una persona excepcional. ¡Qué te vaya bonito Manolo!