martes, 12 de junio de 2012

Siempre nos quedará París


Heptacampeón. Podría escribir eso, poner la foto abrazado con el gran Pau Gasol e irme a ver que mentira nos cuentan hoy los políticos sobre el desastre económico hasta el que nos han llevado. Pero no, prometí dar un tercer aniversario al blog de la mejor manera posible: otro triunfo de Rafa en París.

Estaba convencido que ganaría. Las dos semanas de tenis que nos ha brindado han sido seguramente las mejores lecciones que se puede dar a alguien que esté empezando en este deporte. De tenis y de educación. Nunca veremos a este chico romper una raqueta y sólo, si él se lo propone, veremos un nivel superior al que hemos visto en este Roland Garros.

Aprovecho para recordar a los ventajistas que hablan de que es un pasa bolas o que cuando empezó a llover se puso el partido cuesta arriba que a este deporte no se puede jugar lloviendo y que ganar un punto no siempre se hace con una derecha ganadora, es igual de válido esperar a que el contrario falle. Hay gente todavía que osa reconocer la bravura de este genio que torneo tras torneo consigue semifinales como mínimo. Gente que habla de dopaje sin pruebas y guiñoles que representan la envidia generalizada hacia el deporte español.

Y en Francia hay mucha. Y es lógico. De los últimos veinte Roland Garros doce han sido españoles y ninguno francés. En el Tour de Francia pasa lo mismo, los Campos Éliseos no escuchan los acordes de la Marsellesa desde 1985, durante ese tiempo diez veces subió un español a lo alto del podio. Sin olvidarme de aquella final Real Madrid-Valencia o la Champions del Barça de Rijkaard. Estoy deseando unos Juegos Olímpicos en la ciudad del amor...

Rafa Nadal, leyenda manacorí.

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