sábado, 28 de mayo de 2016

Es mucho más que eso

Lo he vuelto a hacer, he dejado que pase más de un año para volver a escribir. Lo cierto es que no me parece que haya pasado tanto desde aquella nefasta mañana en que dos grupos de energúmenos quedaran para pegarse haciéndose llamar aficionados de fútbol y portando los colores de dos equipos que son solo eso, equipos de fútbol.

Decía que lo he vuelto hacer por el paso de tiempo entre entrada y entrada y por el otro motivo fundamental, las horas previas a un gran acontecimiento deportivo. Ocurrió hace dos años y ocurre ahora de nuevo: me veo en la necesidad de escribir para canalizar mis sentimientos, mis emociones y quizás todo el nerviosismo que late patente hasta en el último apéndice de mi cuerpo. ¡Cuánta razón tiene esa persona de la que os hablé!

Me gusta leerme con el paso del tiempo. Lo que escribí en su día me evoca al momento en el que me puse delante del ordenador y despedacé una a una las cosas que se iban alternando en mi cabeza con permiso de las mariposas subiendo y bajando por un estómago que ya está acostumbrado al ayuno en esos días de pasión.

Pocos entenderéis lo que digo, mucho pensareís que ando majareta, sólo algunos se acordarán de esa mítica frase de Bill Shankly en la que dice que muchos creen que el fútbol es una cuestión de vida o muerte pero para él es mucho más que eso. Hoy el mundo del fútbol gira en torno a Milán. Hoy parte de mi vida se juega en ese partido.

¿Por qué? Porque nunca he visto campeón de Europa a mi Atleti. Porque lo llegué a ver como algo imposible. Porque cuando me preguntaban si España o el Atleti contestaba que los dos. Porque cuando me preguntan si España o el Atleti contesto que el Atleti. Porque todo cambiará para mi, lo habré visto, pasaré de página, dejaré de ganar los nervios en la previa para perderlos durante los noventa minutos. Porque no molestaré con eso a la persona que tenga al lado. Porque ver fútbol sólo te acaba dejando tarumba. Porque ya perdimos dos y los de enfrente tienen diez. Porque la anterior no pude verla (¡y cuánto agradezco esa boda el sufrimiento que me evitó!). Porque quiero ganar. Porque necesitamos ese título ya. Porque cuando pintemos una orejona en el autobus o la mostremos en la sala de trofeos significará que la hemos ganado, que somos campeones, y cuando alguien es campeón una vez lo es para siempre.

Hoy me he permitido darme el gusto de comer y ver una gran etapa de Giro en la que Valverde ha logrado recortar el tiempo suficiente para acabar mañana en Turín en el podio de vencedores. Níbali ha vuelto a sacar su superclase y estará por segunda vez en lo más alto de la carrera italiana. Bicampeón. Lo será para siempre. Como este 28 de mayo espero que sea para nosotros, la familia atlética, el día en el que fuimos campeones.

Porque quiero ver fútbol con mi padre, con mi hermano, con mis amigos, y que sea solo eso: fútbol.

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