jueves, 20 de octubre de 2011

El fútbol es fútbol


Este sábado el Sevilla visita al Barça. En el Camp Nou se espera, como últimamente que se enfrentan estos dos equipos, un partido vibrante, con una ligera ventaja a favor del equipo de casa, pero que después de su jornada europea puede notar síntomas de cansancio. Un partido bonito, con dos equipos que en los últimos años han ganado muchos títulos, con una rivalidad hasta ahora sana.
Y digo hasta ahora porque el presidente sevillista, arropado por la Junta de Andalucía, ha dinamitado esas cordialidades. Su arma la enseña en su camiseta "Orgullosos de Andalucía", en respuesta a las palabras de ciertos políticos catalanes acerca de la gente andaluza.
No nombraré a los políticos porque sólo de esa manera yo entraré en ese juego que mucha gente cree que va unido, el deporte y la política. Desde hace mucho tiempo los ultras de cada equipo hacen apología de sus ideales durante la celebración de los partidos. De sobra es conocida la ideología de muchos de estos grupos y las disputas que tienen unos y otros solo por el hecho de ser de izquierdas o de derechas (ya ni siquiera hablo de admiración a unos colores o futbolistas). He ahí uno de los fallos de nuestro sistema, politizar todo, hasta el deporte.
Empezaron poniéndose las banderas autonómicas en las camisetas y ahora hacemos propaganda de nuestra tierra, ¡cómo si nadie supiera que Al Ándalus es arte e historia viva de España! Hasta el mismo Pep dijo hace unos días que él también está orgulloso de Andalucía. ¿Os imagináis que hubiera pasado si el Barça se presenta en el Bernabéu diciendo en su camiseta "Viva Catalunya"? Yo por si acaso no doy ideas, pero mandaríamos al Barça a jugar contra el Europa y el Casteldefels. ¿Mandamos al Sevilla a jugar contra el Dos Hermanas y el Utrera?
Por favor, un poco de cordura y tranquilidad. Dos políticos catalanes se equivocaron, si, correcto, pero esas cosas son política, no fútbol. Haciendo propaganda en las camisetas lo único que se conseguirá es más violencia de esos energúmenos que llaman partido de fútbol a sus mítines radicales.

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