El martes ganaba el Madrid 2-0 a un Milán que solo inquietó 20 minutos, los que van del 15 al 35, justo después de los dos goles blancos. Un Milán, del que se esperaba más, que hizo honores a la fama de Mourinho, técnico de Champions fichado par ganar esta competición, muy satisfecho con sus jugadores y con la afición al término del partido. Ayer idéntico resultado en Can Barça, pero distinto partido. Y es que el equipo de Pep es otro, no hace ese juego tan brillante de hace unos meses y acaba ganando los partidos por su inercia de campeón, sus individualidades, ayer Messi, y sus ataques de rabia como el gol de Puyol ante el Valencia. Tal y como sucedía el año pasado por Chamartín, el Madrid ganaba, pero con coletazos. Este año es distinto, casi se prevee un juego brillante en el feudo madridista solo por las ganas de triunfar de sus jugadores, y es eso lo hace posible que sea así; sin embargo el Barça ha cogido el eterno relevo blanco, y ahora que las cosas andan bien por la capital a ellos les toca estar en lo bajo del subi-baja. Un subi-baja eterno decía antes, pues siempre que a uno le van las cosas bien al otro mal, y viceversa. Un subi-baja del que ellos dos son los dueños (aun yendo las cosas bien han sido primero y segundo en 5 de las 6 últimas Ligas) y que seguirá existiendo siempre, para gusto de unos y sufrimiento de otros.
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