domingo, 8 de mayo de 2011

Eterno Seve


Corría la década de los noventa y estábamos pasando un domingo cualquiera en casa de mi Lala. En la televisón echaban un torneo de golf que enfrentaba a americanos contra europeos y a mi me maravillaba el chico al que llamaban tigre, acababa de nacer una leyenda, Tiger Woods. Cuando empecé a animar a los americanos, mi tío, entendido en cualquier tema que se precie, me reprochó que no fuera con Europa, que nos capitaneaba Severiano Ballesteros y que eso significaba lo máximo para un golfista. Deje de dar la lata. Yo no sabía nada de golf y parecía que eso era serio.
Era la Ryder Cup de 1997 y, contra pronóstico, Europa ganó. Han pasado ya catorce años y sigo sin ser un experto en golf, he ido alguna vez a probar suerte con el swing y me he dado cuenta de que es dificilísmo. Por ello he intentado documentarme un poco antes de escribir, más que nada porque no quiero hacer el ridículo.
Severiano Ballesteros fue el gran impulsor de este deporte en España. Triunfador en el Reino Unido, siempre decía que se sentía más a gusto fuera que dentro de su país, por el trato recibido, por la valoración de sus logros. Ganó tres Open Británicos y dos Masters de Augusta (ese de la famosa chaqueta verde), lo equivalente a ganar cinco Grand Slam en el mundo del tenis. Premio Príncipe de Asturias de los Deportes en el año 1989 su leyenda empezaba a crecer a medida que emergían nuevos golfistas españoles.
Chema Olazábal, Miguel Ángel Jiménez, Sergio García... todos le deben a él estar donde están gracias a la aportación que tuvieron sus victorias en un deporte poco practicado en España. Pero no sólo en el golf fue un ganador, durante más de dos años ha estado luchando contra el mayor de los rivales que puede tener el ser humano y ha conseguido que muchas personas que lo estaban pasando mal vean que si es posible convivir con el enemigo. Mucha gente dice que se ha ido pero siempre estará presente porque las grandes personas permanecen en los corazones toda la vida.

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